Huella ecológica del cemento
La huella ecológica del cemento es uno de los principales campos de batalla de quienes deseamos hacer de este sector económico un ámbito ecológicamente sostenible y de residuos cero. Por ello, cada vez son más los departamentos que investigan sobre posibles sustitutos del cemento que tradicionalmente se emplea en la construcción de edificios en todo el mundo. Unos trabajos que comienzan a dar sus frutos y que llenan el futuro inmediato de nuevas posibilidades.
Huella ecológica del cemento
En la mayoría de las construcciones de todo el mundo se emplea cemento de Portland como aglutinante. Sin embargo, este cemento tiene una elevada huella ecológica. Esto se debe, principalmente, a la manera en la que se elabora. Y es que para hacer el cemento, la piedra caliza debe calentarse a temperatura muy elevadas, en hornos de gran tamaño.
Este proceso libera dióxido de carbono de dos maneras: por la quema de combustibles fósiles y también por la conversión química de piedra caliza que se transforma en cal. Lo que conlleva una emisión de gases contaminantes a nuestra atmósfera que es necesario reducir notablemente para alcanzar que la construcción sea ecológicamente sostenible.
Un nuevo cemento
Según ha aparecido recientemente en un artículo de la revista Journal of the American Ceramic Society un nuevo material ha irrumpido en el ámbito de la construcción. Un posible sustituto del cemento de Portland que es ecológicamente sostenible que ha sido desarrollado en los laboratorios de la Universidad de Rice y que en los primeros ensayos ha tenido unos excelentes resultados.
Este nuevo material está hecho de cenizas volátiles, partículas finas que se forman cuando el carbón se incinera en las centrales eléctricas. Esta ceniza, que generalmente se arroja a los vertederos fue, en esta ocasión, reutilizada para llevar a cabo la composición de un nuevo material. De manera que esta nueva propuesta no solo reemplaza al cemento tradicional, sino que también redujera el desperdicio que producían hasta ese momento las centrales eléctricas. Lo que ha supuesto una doble buena noticia para nuestro medio ambiente. Y para el sector de la construcción especialmente.
Volver a la ceniza
No es la primera vez que la humanidad ha empleado la ceniza como materia prima de sus construcciones. De hecho, la sociedad romana de la Antigüedad empleaba una mezcla de ceniza volcánica y cal para fabricar un aglutinante que uniera las piezas de sus construcciones. Y mal no les debió ir cuando estas construcciones han permanecido en pie miles de años.
En este sentido se podría afirmar que las nuevas propuestas siguen esa estela. Es decir, han regresado a las cenizas volátiles (similares a la ceniza volcánica) para confeccionar un posible cemento. De hecho, ya hay fabricantes de cemento que mezclan entre un 5 y un 20 por ciento de cenizas volátiles en sus cementos.
Menor huella ecológica y menos residuos
Y en este sentido, la tesis de partida de los investigadores de la Universidad de Rice ha tratado de descubrir cómo usar un mayor porcentaje de cenizas volátiles en la realización del cemento. Sin que ello, por supuesto, requiriera grandes cantidades de activadores basados en sodio que son costosos y altamente contaminantes.
Por ello, estos ingenieros usaron un método estadístico de análisis para calcular la mejor receta y probaron diferentes estrategias que les permitieran fabricar su mezcla de cemento medioambientalmente sostenible. En este sentido, descubrieron que la mejor proporción era: emplear un 80 por ciento de cenizas volátiles y 5 por ciento del activador basado en sodio. El resto se fabricaría con nanopartículas de sílice y de oxido de calcio. Lo que suponía minimizar el impacto y la huella ecológica del cemento.
En Andújar y Navarro aplaudimos estas iniciativas porque llevamos años tratando de concienciar al sector de la importancia de reducir nuestra huella ecológica. Razón por la que hemos puesto en marcha plantas para reutilizar desechos procedentes de la demolición (desarrollar la economía circular); o hemos definido espacios para el correcto desmontaje de aparatos de uso cotidiano en nuestra planta de recuperación.
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